La ciudad de los prodigios, de Eduardo Mendoza relata la historia de la ciudad de Barcelona en el periodo comprendido entre la Exposición Universal de 1888 y la de 1929. Estamos ante uno de esos libros sobre los cuales los críticos de poca originalidad suelen afirmar que es una historia en la que la ciudad es un personaje más. Y es cierto. Barcelona es un personaje más de La ciudad de los prodigios.
La historia que Eduardo Mendoza nos cuenta empieza en la Barcelona de finales del siglo XIX. Barcelona es una ciudad encerrada en sus murallas. Las fábricas atraen a gente en busca de fortuna, y llenan la ciudad de hollín y personas hacinadas. En este contexto crecen y se fortalecen los movimientos anarquistas, que desencadenerían en el pistolerismo, en la represión estatal y culminarían en la Semana Trágica.
En un intento de renovar y mejorar la ciudad, el alcalde de la misma, Rius i Taulet, pone en marcha la creación de una exposición universal, imitando a otras ciudades como París o Londres. Estamos en la época en la que una nueva burgesía enriquecida gracias a la revolución industrial viaja por el simple placer de hacerlo. Son los “touristas”.
Y así vemos como poco a poco la ciudad se va desarrollando, se “ensancha”, se moderniza. En el libro asisteremos a la construcción de la Sagrada Familia, a la llegada de la luz eléctrica y el teléfono. La aviación, los coches y el cinematógrafo también harán su aparición hasta la culminación con la exposición de 1929, en plena dictadura de Primo de Rivera.
Bien, ese es el escenario. ¿Y el protagonista? Pues una persona de las que llegarón a Barcelona desde los campos catalanes, huyendo del hambre y buscando una falsa promesa de riqueza fácil. Onofre Bouvila. En el libro asistiremos a su evolución, desde un simple repartidor de propaganda anarquista hasta convertirse en una de las personas más importantes en la ciudad. Todo ello mediante una escalada por los ambientes criminales, mafiosos y de peor ambiente de la ciudad, gracias a su astucia y capacidad para hacerse amigo de las personas adecuadas en los momentos correctos.
¿Qué tipo de novela es La ciudad de los prodigios? Una novela histórica de corte gansteril. Un detalle importante es que no es novela negra, a pesar de estar llena de criminales. El estilo de Mendoza es muy especial, lleno de ironía y sentido del humor. Su tendencia a la exageración a la hora de describir la historia y los personajes, les hace perder seriedad. Su mezcla de personajes reales con inventados hace que la recreación histórica no sea todo lo fiel que podría ser.
Pero esto no es una crítica. Lo que me ha gustado de este libro, es que sin ser una novela histórica al uso, sin ser una novela cómica, ni ser una historia de gansters, funciona muy bien en todos estos aspectos. Eduardo Mendoza sabe mezclar los ingredientes de tal forma que ninguno pesa más que los demás, sino que se realzan mutuamente.
Me encanta la prosa de Eduardo Mendoza. Describe sin recargar y consigue que recrees la magia de la Barcelona de la época sin necesidad de abusar de figuras literarias recargadas e innecesarias (Toma nota, Zafón, que se te va de las manos). Y el tono ligero cercano permite que nos identifiquemos con una serie de personajes que de otra forma seguramente nos habrían resultado grotescos en exceso.
Recomendado: A todo el mundo. Que te lo leas ya, cojones. Aunque por concretar un poco más, a los amantes de la novela histórica. Si conoces la ciudad de Barcelona, es un motivo más para leerlo.
Fuentes
Plaza de España en construcción, © Ayuntamiento de Barcelona
La CNT y la Semana trágica © Ayuntamiento de Barcelona
La Sagrada Família en construcción © Ayuntamiento de Barcelona
Puedes encontrar más fotos históricas de Barcelona en la galería del Ayuntamiento de la ciudad: De Bárcino a BCN
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