
Entrada Razzmatazz
En Barcelona hay tres discotecas clásicas, donde todo juergista nato que se precie debe ir. Son la Razzmatazz, La Paloma y la Apolo. A la Apolo, que está al lado de la sala Bagdad, fuimos el último dia antes de volver a Sevilla por Navidad. La Paloma va a estar cerrada durante cuatro meses por una demanda que le ha puesto el ayuntamiento por ruidos. Nos quedaba por visitar la Razzma, y este fin de semana fue la noche.
Decir que antes de entrar estuvimos bebiendo en una placita donde tuvimos la agradable visita de un yonko catalán. Los yonkos son gente de 40-50 años destruidos por la droga y el alcohol que pululan por las calles pidiendo dinero y whiskie mientras tratan de no mearse encima. En Sevilla hay muchos. En Barna son iguales, pero balbucean en catalán, con lo que ya no hay cristo que los entienda.
Posteriormente fuimos al BB+ (Bebe más, un nombre muy apropiado). Este sitio es un bar heavy del más puro estilo, con imágenes de Iron Maiden, Metallica, Scorpions y Europe en las paredes y en las camisetas, negras, de la melenuda concurrencia. Si eres jevilón y estás por Barna, pasate.
Bueno finalmente fuimos a la Razzma. La Razzma es una inmensa fabrica abandonada que tiene cinco plantas (Sala Razz, The Loft, Sala Lolita, PopBar y Rex), cada una con un diferente tipo de música. Así en la primera ponían rock anglosajon del tipo Franz Ferdinaz y similares. En la segunda ponían Techno. En las otras tres no sabemos, yo no llegué a pasar de la segunda sala y mis amigos no se acuerdan de donde estuvieron.
Pues si señores. Esta es la triste verdad. De nuestro grupo, los vascos y las sevillanas no se acuerdan de prácticamente nada; la alemana amiga de los vascos se perdió y acabó en la calle sin saber como; y yo acabé con un grupo de Erasmus italianas amigas de una holandesa amiga nuestra. Un caos absoluto.
Como último detalle la entrada es de 15 Euros con copa. La copa vale 7 Euros y te la ponen en un cutre vaso de plástico con una cañita para beber. En total me gaste más que en el billete de ida-vuelta a Sevilla, pero mereció la pena. Volveremos. Y a ver si esta vez llego a la quinta planta.
Barcelona, 4 meses y 7 días. 9 grados (¡En Sevilla 23!) La tripulación esta estudiando sin parar.
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