Los avances militares de Julio Cesar

Julio Cesar es considerado uno de los mayores genios militares de la antigüedad. No solo por sus victorias, sino también por el uso de tácticas y formas de combate bastante novedosas y avanzadas para la época. Entre ellas destacan el uso de trincheras y la realización de desembarcos anfibios.

El desembarco anfibio en Britania.

Medio siglo antes de nuestra era, Cesar partió con 2 legiones hacia Britania, es decir, alrededor de 12000 soldados, transportados en 80 barcos. Con estos efectivos, las águilas romanas atravesaron el canal de la mancha hacia la brumosa Albión.

En estas fechas, las islas del norte estaban prácticamente inexploradas. La primera misión de Cesar y sus hombres fue encontrar un lugar para desembarcar. Tarea nada sencilla, pues desde los barcos detectaron destacamentos bárbaros apostados con lanzas y flechas entre los acantilados.

Una dificultad añadida era la profundidad de las aguas, pues no era la suficiente para que los grandes barcos de transporte romanos se acercarán a la costa. Esto forzaría a los legionarios, con su pesado equipo, a atravesar medio sumergidos en el agua durante una gran extensión de terreno .

Finalmente Cesar eligió desembarcar en algún lugar del actual condado de Kent (en el sureste de la actual Inglaterra). Desde su posición a bordo, vio a las tropas británicas esperando a las legiones, bien armados y con presencia de caballería. Cesar decidió realizar un primer ataque para despejar la playa. Ordenó que las galeras más veloces fueran cargadas con balistas (ballestas enormes) y armas de largo alcance y que después se separasen del resto de la tropa romana, para poder avanzar rápidamente contra los bárbaros.

Legionarios romanos

Estas armas no solo causaron numerosas bajas entre los defensores, sino que su efecto en su moral fue terrible, pues no estaban acostumbrados a este tipo de armamento. Ante la amenaza de tan poderosas y desconocidas armas, los britanos tuvieron que retirarse hasta la playa. Viendo esto, un alferez de la Decima Legión, saltó al agua portando el estandarte del águila y arengó a los legionarios con el siguiente grito: “Saltad, soldados, al agua, si no queréis ver el águila en poder de los enemigos. Por lo menos ya habré cumplido con lo que debo a la República y a mi general”

Envalentonados, los legionarios empezaron al saltar al agua, e iniciaron el ataque. Sin embargo, la situación aún estaba lejos de decantarse hacia el bando invasor. Los legionarios maniobraban con dificultad en las profundas aguas, mientras que los defensores, conocedores de las zonas donde la playa no era tan profunda, tenían a su favor el factor terreno.

Así que Cesar mandó que algunos legionaros pasaran de los grandes barcos de transportes a embarcaciones auxiliares, más maniobrables, y cargaran contra la playa, bajo la cobertura de los proyectiles, y con gran parte de los defensores luchando en el agua. Ante esta situación, viendose rodeados y tras las bajas causadas por los proyectiles, los britanos no tuvieron más opción que retirarse.

Y así fue como Cesar entró en Britania mediante un desembarco en las playas.

La batalla de Alesia

Vercingetorix

Posiblemente la batalla de Alesia fue la mayor victoria de Cesar y la más conocida. Tras una larga campaña, el momento decisivo de la Guerra de las Galias llegaba a su fín. Las legiones romanas plantarían batalla a la coalición gala, comandada por el lider arverno Vercingétorix, en la ciudad de Alesia

La situación era complicada para Cesar. Alesia estaba situada en la cima de una colina, lo que hacía imposible el ataque directo. En cuanto al numero, los romanos eran 60000, mientra que los galos contaban con 80000 hombres en la ciudad, más un cuarto de millón de refuerzos galos que estaban en camino

La idea inicial de Cesar fue rodear la ciudad con una empalizada. El objetivo era establecer un sitio y provocar la rendición de los galos por hambre. Pero los sitiados aprovechaban la noche para atacar y superar las defensas, consiguiendo alimento para la ciudad. Además la amenaza de los 250000 galos que se aproximaban como refuerzos estaba presente sobre los romanos

Ante esta situación, Cesar decidió aumentar las estructuras defensivas. Añadió torreones de tres pisos a la empalizada, desde donde se aprestaban arqueros, e hizo cavar tres trincheras, una de ellas rellena con el agua obtenida de desviar el curso de un río cercano. En total, las fortificaciones y trincheras que rodeaban Alesia se extendían en un perímetro de 17 kilómetros de largo

Pero esto no era suficiente. Como hemos dicho, 250 mil galos más venían en refuerzo de Vercingétorix y el resto de los sitiados. Con lo cual Cesar decidió que tenía que duplicar las defensas, pero encarándolas hacia afuera. 23 kilómetros más de trincheras y empalizadas fueron construidas. Los sitiadores estaban preparados para la lucha.

Finalmente llegaron los refuerzos galos y con ellos el día de la batalla. A pesar de la situación de inferioridad numérica de los romanos, superados en 5 a 1 y siendo atacados desde dos flancos a la vez por dos ejércitos distintos, consiguieron resitir el envite, gracias a las defensas construidas, teniendo que retirarse los galos, pero sin caer aún la ciudad

El según día, Vercingétorix lo dedico a preparar un ataque nocturno contra las empalizadas. Pero las legiones estaban preparadas y, ocupando los puestos preasignados con Julio Cesar y valiéndose de las trampas y defensas construidas, consiguieron rechazar nuevamente el ataque galo que, otra vez, tuvo que retirarse a la ciudad sitiada.

La situación era crítica para los galos, sin apenas comida en la ciudad. Vercingetorix decidió que solo restaba una oportunidad. Examinando desde su posición las trincheras con denuedo, los galos detectaron una zona menos protegida. Vercingetorix ordenó a su primo Vergasilauno comandar la fuerza principal para atacar dicha zona, mientras él realizaría ataques de distracción contra el resto de la empalizada

En esta situación, 50000 galos atacarían una sección de las empalizadas defendida unicamente por 4000 legionarios, mientras los hombres de Vercingetorix presionaban desde dentro y los refuerzos galos desde el exterior.

Empalizadas de Alesia

Se desató el combate. Inicialmente Cesar cabalgaba veloz de un lado a otro de la empalizada, dirigiendo a las tropas donde más era necesario hacerlo ante los ataques de Vercingetorix. Pero pronto se dio cuenta que la situación en la zona atacada por Vergasilauno era insostenible. Solo una cosa cabía hacer. Reunió a 13 cohortes de caballería y con ellas cargó a la desesperada contra la retaguardia gala.

Contra todo pronostico, la tropa gala se vino abajo. Tal vez el cansancio acumulado, el hambre, la desesperación, lo que fuera. Quizás el temor a unos hombres comandados por Cesar en persona. El caso es que los apenas 6000 jinetes romanos consiguieron hacer la suficiente fuerza como para que los 50000 galos huyeran y, como solía ocurrir cuando hombres a píe huyen de caballería, fueron casi totalmente masacrados.

La guerra se había perdido para los galos. Vercingetorix reconoce que la única opción es la rendición y que el mismo entregaría sus armas, y si fuese necesario, su propia vida o su libertad a cambio de la clemencia romana. Y he aquí que Cesar aceptó la rendición de Vercingetorix y finalizó la guerra de las Galias.

Y como dijo el general romano Córbulo, Cesár salio victorioso de las Guerras de la Galias no gracias a la espada de los legionarios, sino a la pala de cavar trincheras.

Fuentes:
Sobre el desembarco en Britania: La Guerra de las Galias. Libro IV, párrafos XXIII en adelante
Sobre el asedio de Alesia: La Guerra de las Galias. Libro VII, párrafos LXVIII en adelante

Imágenes:
Legionarios romanos: Walwyn en Flickr
Empalizadas de Alesia: Milko Anselmi en Wikicommons
Estatua de Vercingetorix: Wikicommons

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